Los conceptos de la “tercera edad”, “adultos mayores” ó “edad madura”, son términos imprecisos pero con denominadores comunes que se relacionan con la edad de la jubilación, con las mayores necesidades de atención médica y social y con el aumento de la fragilidad de sus estructuras orgánicas, situación que los expone a mayores riesgos para la salud psico-física. Aunque las muertes violentas en adultos mayores incluyen suicidios y homicidios, a demás de accidentes varios, en este trabajo pondremos énfasis especial en los distintos accidentes, por ser pasibles de más posible prevención. La información de la mortalidad constituye un instrumento importante para monitorear las muertes violentas ya que permite evaluar las tendencias, el impacto familiar y social y las medidas a adoptar para su prevención primaria, como así también de la secundaria y terciaria, que van desde evitar a que el problema se instale, atender las emergencias y hasta la rehabilitación y la reintegración social de los sobrevivientes.