Cada ciudad importante del mundo tiene un referente natural notable, así ocurre con el Pan de Azúcar y la ciudad de Río de Janeiro; en Italia, Nápoles y el volcán Vesubio. En Cuba esta relación también se encuentra presente: Baracoa y la altura El Yunque; La Habana y su bahía; Fomento y las alturas conocidas como Los Cerros; mientras que Hornos de Cal es nuestro vínculo natural con el pasado remoto y con las reminiscencias de una época tan originaria, donde todo eran inmensos bosques habitados por una fauna exclusiva que los espirituanos de hoy, rodeados de tanto asfalto y cemento, necesitamos para encontrarnos con nosotros mismos y con nuestro propio origen. Es la oportunidad de crear un área silvestre protegida a las puertas de la ciudad, que permita fungir como polígono de campo para las ciencias naturales, la educación ambiental y el ecoturismo. El paisaje es el característico de inselberg, con un gran domo o colina central que aporta un aspecto rupícola donde la erosión diferencial ha dejado una pequeña elevación cupular que da la impresión de brotar de las entrañas de la tierra. Se observa como una isla de caliza rodeada de agroecosistemas.