El sistema político-económico se ha valido de argumentos geopolíticos usados por las clases hegémonicas, quienes junto al Estado-nación pretenden expandir el capital en territorios indígenas mediante la apropiación de recursos que posibilitan gran productividad. Así, el despojo de tierras y aguas a los pueblos indígenas genera una mayor y creciente desigualdad, aumentando la marginación de los indígenas respecto al resto de la población. La respuesta de las colectividades con mayor arraigo y cohesión cultural, se presenta como resistencia, desde donde se generan movimientos organizados para contrarrestastar la presión política y económica del Poder. Los Yaquis en el noroeste de México son evidencia de las prácticas de despojo y resistencia histórica al proyecto que bajo las nociones de modernidad y desarrollo intenta exterminarlos a través del etnocidio y genocidio de cada uno de sus integrantes.