La Argentina incorporó su primera tecnología de transporte y telecomunicaciones a mediados del siglo XIX. Aunque atrasada con respecto a los países de Iberoamérica, se encontraba en igual situación en ese campo que Japón y Canadá. Pero su política tecnológica privilegió los intereses de los grupos agroganaderos antes que los de todo el país. Por ello, el desarrollo tecnológico en el campo de las comunicaciones siguió criterios de importación de equipos, sistemas y redes. Así, mientras Japón y Canadá se convirtieron en potencias en el área de las telecomunicaciones, la Argentina se estancó y su obsolescencia tecnológica fue el rasgo característico de su política de Estado, resultado de seguir siempre detrás de los países centrales y de incorporar un patrón de desarrollo después de que éstos ya lo hubiesen abandonado. Las revoluciones del telégrafo y de Internet en la Argentina, o la incorporación del país a las redes globales de comunicación, define relaciones de poder, de control y dominación.