Este texto analiza la relación de Nietzsche con los filósofos helenísticos, a quienes critica por ser precursores del nihilismo, una enfermedad que identifica como el principal mal de la cultura occidental. Según Nietzsche, estas escuelas sentaron las bases para la terapia cristiana al establecer un marco filosófico que, lejos de afirmar la vida, perpetúa la decadencia. En el parágrafo 120 de La gaya ciencia, destaca cómo los helenísticos prepararon el terreno para el cristianismo, inaugurando una tradición terapéutica moralizadora que debilitó el impulso vital y consolidó la decadencia cultural. En respuesta, Nietzsche resignifica la filosofía al proponer al filósofo como médico de la cultura, encargado de diagnosticar las patologías contemporáneas y diseñar terapias que afirmen la vida. Para ello, desarrolla tres herramientas fundamentales: la genealogía, que rastrea los orígenes históricos de las ideas y valores; la fisiología, que examina las condiciones vitales que sustentan las prácticas culturales; y la sintomatología, que analiza las manifestaciones del nihilismo actual. Estas herramientas permiten superar la tradición filosófica heredada y crear nuevos paradigmas.