Pocos autores españoles de este siglo han sido reconocidos esencialmente por una obra. Así de primeras, solo lo han conseguido Javier Cercas con Soldados de Salamina (2001) y Fernando Aramburu con Patria (2016). Ambas tratan el tema de la memoria—o, por lo menos, del pasado—, lo cual supone una continuación de gustos por parte del público lector en las dos décadas de lo que va de siglo. Mi propósito en este ensayo es dilucidar una faceta de la narrativa de Cercas, la de la herencia que recibe de la literatura clásica, que no se muestran tan dispuestos como él a cultivar (pese a la profundidad que puede insuflar en cualquier obra literaria) los narradores de hoy, ni a reconocer ni a analizar nuestros críticos y estudiosos. Nos estamos refiriendo al empleo de la mitología grecolatina, de la Antigüedad Clásica, en un par de obras: Soldados de Salamina y El monarca de las sombras. La necesidad de acudir a este tipo de fuentes obedece a una serie de factores que se irán viendo a lo largo del ensayo.