En Estados Unidos la cultura de las armas está muy arraigada, y los jóvenes desde pequeños se familiarizan con su uso. Algunos de ellos sufren problemas de adaptación y comportamientos erráticos, que los lleva a adquirir armamento de manera legal para cometer crímenes absurdos. La regulación en la compra de armas es compleja porque hay intereses económicos de por medio y que están por encima de la ética y la moral. No se ha avanzado mucho en materia de reformas en el control de armas, a pesar de que la opinión pública en gran porcentaje apoya la implementación de restricciones. Por un lado, están las masacres que cometen los jóvenes, que obedecen a un proceso lento que se va gestando en el tiempo hasta llegar a consumar un acto demencial. Mientras que por el otro están los autores de tiroteos masivos, que buscan objetivos cada vez más fáciles en lugares donde se congrega mucho público, como los supermercados, escuelas o estadios que por su logística dificultan la protección de los individuos.