Después de un periodo de experimentación, los estudios de animación de Walt Disney Compañy comienzan a emplear a partir de Cinderella (1950) fórmulas que le granjearon éxito en los largometrajes anteriores. Utilizando este filme como columna vertebral, se analiza aquí el discurso ideológico que persiste en los llamados Walt Disney Classics, con prescripciones sobre el género, la clase y el gusto estético muy similares. Además, se problematiza el lugar de la animación dentro del cine y la posición que ocupan las obras de Disney dentro de ella.