El carácter socialmente relevante y complejo de los asentamientos informales dan cuenta de otra manera de hacer ciudad, alternativa al mercado y a la planificación tradicional. Ligado a los procesos migratorios, de concentración poblacional y cuestiones de la pobreza, son una de las evidencias de los conflictos de urbanidad, expresión de la fragmentación y de la puja por el acceso al suelo. En los asentamientos se verifica que, a los problemas de localización, se agregan otros de precariedad habitacional, deficiencias de infraestructura, inestabilidad jurídica legal, las desventajas socio-económicas de sus pobladores, mientras se potencian los riesgos ambientales por los espacios degradados y aumenta por tal razón, la vulnerabilidad socio-económica de esta población. Situación que envuelve todos los planos materiales y simbólicos de la cotidianeidad, emergente y condicionante a la vez, de las inestabilidades que los caracterizan y definen como territorios de relegación social. La investigación del caso Neuquino ha demostrado que entre 1945 y 2017, casi una cuarta parte de la población ha resuelto su acceso a la ciudad a través de procesos de informalidad.