El viaje y la aventura de la enseñanza de la ciencia comenzó hace más de veinte años, cuando por azares del destino comencé a enseñar ciencia los niños de una escuela en la Ciudad de México. En ese entonces entendí que eso era parte de mi destino ya que me llenaba de emoción ver las caras de los estudiantes llenas de asombro cuando veían el producto de una reacción o el proceso de un fenómeno. La vida después me colocó en una región tropical con un ambiente cálido y húmedo en el cual descubrí otro tipo de vida, la vida de las comunidades rurales. De nueva cuenta el azar me colocó en varias de ellas y fue cuando la aventura continuo. He conocido muchas caritas de niños de primaria que hoy por hoy son jóvenes y han iniciado su educación universitaria y que con agrado me saludan por los pasillos de la Universidad o por las calles de las diferentes poblaciones. Este es sin duda, el mejor pago a todos estos años de viajes a las comunidades para compartir un poco de mi experiencia con la ciencia. Dentro de los objetivos a largo plazo de esta actividad se encontraba el poder escalar al siguiente nivel: la educación secundaria.