La necesidad de controlar los procesos y las situaciones, tanto a nivel organizacional como personal, la urgencia de que los procesos se ejecuten como se planearon, de evitar pérdida de tiempo y despilfarro de recursos, es innato del ser humano. Es por esto que el origen del control organizacional, ligado a la expansión de tipo comercial, establece las pautas para entender, cómo las empresas a lo largo del tiempo han concebido su crecimiento económico, descuidando en ocasiones su relación con su entorno y descuidando también la formación en valores y principios de sus empleados. La época actual podría caracterizarse por un fuerte y marcado individualismo, egoísmo y despersonalización, que sumada al ritmo agitado de vida y al uso desmesurado de diferentes medios de comunicación, hacen que la relación del ser humano con su entorno, no sea las más armoniosa posible. Es por esto que se necesita un cambio de mentalidad y sin lugar a dudas, apostarle al desarrollo de modelos responsables y a la formación de profesionales íntegros, que más allá de su robusto currículo, cuenten con habilidades interpersonales que los hagan más sensibles y humanos con la sociedad a la que sirven.