El autor, conmovido por los sentimientos de las personas con las cuales interviene en diferentes procesos del tratamiento penitenciario y en los cuales observa que la gran mayoría de estos sujetos estaban inscritos en un sistema educativo institucionalizado que no los satisface. Un sistema pedagógico al que asisten con un solo propósito que es el de redimir pena y no el que debería ser, “el de aprender”. Movido por las quejas o miradas tristes de sus clientes en el contexto que se desenvuelve, inicia un recorrido investigativo para interpretar y describir el sentimiento o la emoción que nace durante el desarrollo del proceso educativo en el Complejo Penitenciario (comeb) durante el año 2015. Su preocupación nace de la reflexión psicológica del sentimiento de la persona como pensamiento humanista y no de la discusión institucional del por qué funciona de esta forma. Es una reflexión crítica y una mirada humanista a un proceso formador en prisión.