Este escrito espiga las complejas relaciones entre teatro trágico y representación política que se dieron en Inglaterra y Francia durante el siglo XVII. Dichas relaciones develaran formaciones en la subjetividad y en la política moderna que trascienden hasta nuestros días. En medio una crisis absoluta (política, religiosa, cultural) estas sociedades tuvieron escritores que pensaron todo otra vez, poniendo bajo la lupa de la duda los supestos existenciales de siglos enteros. Entre sangrientas tensiones la literatura logró exhibir aquellos tópicos que atravesaban los conflictos de estas mentalidades. Allí la tragedia, con Shakespeare, Racine y Corneille, expuso las problemáticas de la escena política en su máxima expresión, capturando las modificaciones de yo; los antiguos mitos y su resignificaciones; la transformación maquiaveliana del vicio en virtud (y viceversa); el juego de espejos que supone la representación. Augurando de este modo una moral alternativa que emergerá en la nueva puja de poder entre Estado, Iglesia y Ciencia. Sintetizando, el trabajo explora tanto las repercusiones de la metáfora del teatro en la política como la formación de un nuevo imaginario social.