Con la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, la sociedad salvadoreña experimentó una transformación política sin precedentes. En materia electoral se instauró una institucionalidad con la creación del Tribunal Supremo Electoral y nuevas reglas de juego democráticas que determinaron las siguientes elecciones presidenciales de 1994. Sin embargo este significativo proceso político quedó estancado a consecuencia de la polarización política que se afirmó en la postguerra. El descontento en la forma en que se venía haciendo política logró capitalizarse a partir del 2010, con la emisión de sentencias de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que dinamizó la actividad legislativa reactivando el proceso de reforma general al sistema electoral. Aunque se ha avanzado, todavía han quedado pendientes otras reformas que profundizarían la democracia. Una de ellas es crear mecanismos óptimos que garanticen la equidad en las campañas electorales, esto es, igualdad en el acceso de los partidos políticos y las personas candidatas a los medios de comunicación social.