La cuestión de la propiedad bien definida es preocupación recurrente de la economía ortodoxa, pero al parecer irrelevante en el entorno chino, que contrasta con los fundamentos del institucionalismo y de la lógica occidental. La evidencia parece desafiar tanto el concepto clásico de institución como la percepción generalizada de que existen sólo dos sistemas de propiedad: el público y el privado. El caso de China es interesante porque nos brinda información sobre variables que no se han considerado en las teorías actuales del desarrollo, además de que sugiere que hay elementos dentro de las presunciones clásicas que se consideraban formales, y que evolucionaron flexiblemente de manera que pudieron permitir la institucionalización de patrones y mecanismos de creación y crecimiento de empresas intensivas de capital y de tecnología.