Muchas empresas han consolidado sus prácticas de Responsabilidad Social empresarial (RSE), especialmente en los ámbitos críticos de vinculación interna y externa. La evidencia muestra los beneficios de incorporar la RSE dentro de las prácticas de gestión, en tanto también se enfatizan parámetros relevantes para los consumidores, como la calidad, el servicio, la innovación. Paralelamente, el avance de la tecnología es cada vez más extensivo en todos los aspectos de gestión organizacional. Las aplicaciones móviles, el “internet de las cosas” o, a medida de los usuarios, modifica la vinculación de las empresas con los consumidores desde concentrarse en vender solo productos o servicios, a vender resultados. La inteligencia artificial crea desafíos aún más complejos debido a la sustitución de puestos de trabajo, y la redefinición de la gestión hacia los valores. El teletrabajo representa no solo la dimensión de la tecnología en los aspectos laborales, sino que también una transformación en la organización hacia una mayor flexibilidad con positivos efectos en el estado emocional, satisfacción laboral de las personas y por tanto una mayor retención, incrementando la productividad.