El terror camina en los espacios, y los habitantes de aquel lugar, ignoran que el espectro de la maldad se cierne sobre ellos. Nada les anuncia del horror, de la muerte que dobla sus campanas riendo siniestramente, esperando a los desgraciados que serán sus próximas víctimas. El sendero de la obscuridad, conduce a San Gervasio en esa ignota noche. Pronto comenzará la danza macabra, y los espíritus bailarán grotescamente como la llama de una vela ante el susurro del viento. Ha llegado la hora marcada. Suena el extraño reloj que desgrana sus campanadas y empapa de tiempo al silencio. Es el momento. Cantan aves canoras. Entonen lúgubres voces el canto de difuntos.