Internet no es diferente de una biblioteca pública: allí tiene cabida un amplio espectro de contenidos porque su objetivo primordial es llamar la atención de una gran cantidad de usuarios de toda naturaleza. Para efectos de los estudios del lenguaje, la red constituye actualmente una de las canteras más importantes (y a veces poco considerada por la escuela) para investigar los procesos de movimiento y ebullición de los idiomas. Y lo que incide en la efervescencia de las lenguas, toca inevitablemente el desarrollo de sus literaturas. En el mundo virtual, los fenómenos verbales están contribuyendo al nacimiento de variedades, estilos y registros lingüísticos que comienzan a tener vida propia. Esos registros conducirán con seguridad a la instauración de lo que aquí se ha denominado una ciberlingua. Pero la historia de la cultura ha evidenciado suficientemente que la lengua no existe sin literatura que la soporte y le garantice una permanencia, más allá de circunstancias particulares. Sobre la emergencia de la ciberlingua y la posible formación de una ciberliteratura tratan los contenidos de este volumen.