En principio el llamado del texto es a superar y resignificar el sentido de lo pedagógico, ya que: “la pedagogía, cada vez más, se ha ido equiparando arbitrariamente con la enseñanza, la instrucción. La gestión curricular......desde mi punto de vista, la pedagogía ha de centrarse y acercarnos a los elementos humanos y personalistas de la educación, tanto escolar como paternal (Manem 43-44). Aquí se hace alusión a la necesidad de considerar a la persona como punto clave en las relaciones educativas, alejada de los presupuestos técnicos propios de una racionalidad instrumental deformada, que confunde medios y fines, como heredera de los preceptos racionales que dieron origen y a la construcción del mundo moderno. La educación no necesita sólo de intervenciones de tipo técnico, estas sólo convierten a los usuarios en autómatas y practicantes de modelos generalmente construidos desde las burocracias estatales en nombre de la democracia y la libertad. Se necesita superar el espacio de lo metodológico y lo curricular ampliamente diseñado en las facultades de educación de nuestras universidades.