En la mitología griega los seres humanos proceden de Iápeto, uno de los Titanes. Descienden, pues, de Urano, por lo que tienen naturaleza celeste y están emparentados con los dioses. Son héroes las figuras épicas cuyas hazañas fueron cantadas por los bardos, en especial las figuras homéricas; y son héroes, sobre todo, los semidioses. Los mitos de los héroes son historias ejemplares. Aunque no del todo exentos de bajezas humanas, los más perfectos entre los héroes se conducen como dioses en este mundo, como hombres divinos. Son modelos de comportamiento. Practican las virtudes fundamentales, se ajustan a las normas sobre el sexo, el matrimonio y la familia, y descuellan en las labores agrícolas, en la milicia y en la colonización de nuevas tierras. Colaboradores de la obra divina, imponen orden e imparten justicia. Y, de acuerdo a las obras y méritos, obtienen la correspondiente retribución en la otra vida y de ese modo alumbran un centelleo de esperanza para los hombres.