Andrés Escolar, estudiante de una escuela rural, reconocido por su liderazgo y habilidades deportivas, protagoniza una historia de conflicto, acoso y violencia escolar resuelta desde sus lógicas personales, en la que pone en jaque los protocolos de convivencia de la escuela. Una escuela que resuelve desde su lógica escolarizada: la muerte escolar. La escuela guarda unas lógicas que mueven a los sujetos que la habitan. Los aprendizajes académicos y sociales se entrecruzan con indicadores de calidad y con el mismo conflicto escolar. Este último puede entenderse como perturbador de las dinámicas escolares o como una oportunidad para fortalecer el ambiente escolar. “Ese día lo que pasa, es que yo me asusto y cruzo la acera, ellos me siguen, aprovechan que el carro tanque rojo pasa en ese momento, hacen el cruce a mi lado de la acera y me empujan yo siento un golpe en la espalda, entonces yo ¡taque!, de un solo intento uso el puñal. No sé más porque yo empiezo a correr. Se escucha el grito del costeño “corra hermano corra, usted la cagó y la policía nos va agarrar”.