Ante el rumor humeante y maloliente de las ráfagas disparadas para contener las protestas de manifestantes y sectores de la población civil que crecen cada día más en pos de reclamos a sus debidos derechos, se hace necesaria la presencia de los medios de comunicación como testigos fehacientes de los hechos y como escudo de protección ante desmanes cometidos por organismos dependientes o no del Estado o provenientes de otros causes “institucionales” distintos (el estar en el lugar de los hechos y ser testigos de los mismos, nos ubica en un lugar de responsabilidad social muy alto). Investigaciones como esta se hacen necesarias y urgentes. Cuando es pertinente ubicar en el banquillo de los acusados a la comunidad mediática, y en este caso desde una casa de estudios del mismo tema, es un ejercicio enriquecedor en bien de la profesión y de la sociedad ávida de información, pero que en este caso va más allá de la mera información, llega al lugar del análisis y estudio académico, lo que convoca a una serie de estudiosos y expertos a examinar los comportamientos y trayectorias de un suceso que no fue “cubierto” tal como el evento y la sociedad lo exigían. JORGE I. JARAMILLO