Una de las experiencias más audaces de la literatura moderna es su desafío a la noción de tiempo lineal, su forma de romper las secuencias y la temporalidad sucesiva con el propio lenguaje, con las palabras y con el silencio. A diferencia de la antigüedad en que lo inefable remitía al misticismo religioso, en el arte moderno la articulación con lo inefable es más específica y se relaciona con transgresiones sistemáticas de tipo formal. ¿Qué tienen en común estas tres novelas de tres autores latinoamericanos diferentes, un mexicano, un argentino y un uruguayo? El portentoso intento de narrar el silencio –el silencio forzado–, de expresar lo no dicho, el horror inenarrable, aquello que no se pudo conocer en su totalidad, aquello que fue arrancado, sustraído, privado, desaparecido de la existencia y del lenguaje. ¿Cómo decir aquello que excede las posibilidades de la lengua comunicativa sino por medio de lenguajes cifrados, de figuras retóricas, de mecanismos poéticos, en suma, de literatura?