Un nuevo individuo de derechos le empuja a otra etapa social que lo renueva a un tipo de especie ajustándose a modelos sociales, esta dualidad del humano social implica un doble accionar, su propio ser y su pensar; el primero atañe a la existencia misma y el segundo, cómo ha de afectar al primero de forma individual como colectiva. Este cambio humano en términos sociales ha sido un proceso de ajustes disruptivos, desde el hombre cazador y recolector pasando por el agrícola, de pastoreo hacia una sociedad industrializada; son estos hitos los que han generado su nueva naturaleza; la forma de alimentarse, su vestimenta, las relaciones interpersonales, su paradigma y actitudes como parte de una nueva concepción acerca de su subsistencia y retos como sociedad. En poco más de un siglo, la Revolución Industrial ha construido las relaciones del humano con su ecosistema, y es que precisamente la era de la industrialización generó una marcada tendencia de seguir evolucionando en el pensamiento y, en el ser mismo, un ser tecnológico natural, un ser “homo cibernensis” interactuando ante una “biocibersociedad” sea contemplado como revolución, evolución o involución.