África y todos los países en desarrollo están en manos de los neocolonialistas que se limitan a sustituir a los invasores del siglo XIX. A lo largo de los años también, varios países africanos se han organizado en pseudodemocracias, algunas con constituciones escritas que se arrogan la supremacía. Pero las constituciones, por desgracia, son sólo la expresión de la voluntad de sus gobernantes que pretenden gobernar según los dictados de la ley. Por lo tanto, con la adulteración del término "estado de derecho", muchos gobernantes africanos someten a su ciudadanía a un trato inhumano y degradante en su peor forma. Y más desafortunada es la justificación dada a la validez de esos fraudes constitucionales con el predominio del positivismo jurídico que ha prevalecido desde el siglo XIX. Este libro vuelve a abordar el tema del positivismo jurídico con miras a desalojar la noción común, pero errónea, de que todo lo que se declara en las constituciones adquiere validez independientemente de su valor beneficioso.