Históricamente, el sector energético de México ha dependido de los hidrocarburos para satisfacer la demanda de energía del país, por lo que se han liberado grades cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero, contribuyendo directamente al cambio climático. En 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que el cambio climático presenta una amenaza para la salud, debido al incremento de la concentración de algunos contaminantes en el aire. Hoy en día, iniciativas mundiales promueven el aprovechamiento sustentable del uso de la energía, y la utilización de nuevas fuentes, para que propicien el crecimiento económico, la seguridad energética y la adaptación al cambio climático. Por ello, México se ha planteado metas a corto y mediano plazo, para la generación de energía a partir de fuentes renovables, particularmente, de la biomasa, de la cual pueden ser obtenidos biocombustibles líquidos como el biodiésel.