En un mundo laboral en el que las exigencias cada vez son mayores y los entornos a veces resultan ser tan agresivos dependiendo del contexto social, financiero, moral, sentimental, por citar algunos ejemplos en las que ya no son los más exitosos aquellos con un IQ por encima de la media si no aquellos que tienen las habilidades o capacidades de reconocer sus propios sentimientos y la de los demás. Estas personas dotados de tales actitudes, controlan muy bien sus emociones cuando están expuestos a diferentes circunstancias de presión, ansiedad, estrés o ambientes tensos en las que se requiere actuar de manera equilibrada tomando decisiones basadas en una preparación de los sentimientos; estas personas se convierten en seres exitosos.