Nicaragua es un país lleno de historias y leyendas. Sus relatos están cargados de emociones y sentimientos que nos separan de la agresiva guerra que vivimos por décadas, estas creativas historias han sido escuchadas y disfrutadas de generación en generación, trasladadas de boca en boca. Tal y como bien dicen los especialistas de la lectura que ésta surgió antes que el texto escrito, no obstante, cuando se empezó a materializar en libros, en mi país y en otros tantos también, la lectura no ocupa el lugar privilegiado que se merece, la lectura no está en el hábito de muchas y muchos nicaragüenses, por ello, a través de mi trabajo quise otorgarle un reconocimiento a uno de los placeres más genuinos de la vida, que más allá de ayudarnos a expresarnos mejor nos favorece como persona, nos acerca al otro, nos abre puertas a nuestra creatividad e imaginación. Estoy convencida que si empezamos a leerles a las niñas y los niños desde las edades tempranas, hará de mi país uno mejor, porque tendremos ciudadanos más justos y solidarios, con mejor calidad de vida.