Con la desregulación se desató una competencia en el mercado mundial entre los principales países exportadores de café, lo que trajo como consecuencia excesos de ofertas considerables que se traducen en descensos sostenidos de los precios internacionales. Por si esto fuera poco, la acumulación permanente de esos saldos no consumidos acentúa todavía más esa tendencia lo que no permite vislumbrar una pronta solución al problema. Además, la ausencia de organismos internacionales que pudieran regular la oferta para garantizar una mayor estabilidad en los precios inyecta más incertidumbre a la agroindustria cafetalera en el concierto mundial. En esta competencia internacional muchos de los productores mexicanos están en desventaja por su escasa cultura de competencia, el poco aprecio que el consumidor tiene de la calidad de su café y sus menores rendimientos resultado de las condiciones de escaso desarrollo tecnológico en que producen, lo que contrasta significativamente con otros países como Brasil, que están compitiendo con mayores ventajas derivadas de un cambio tecnológico que está aumentando rendimientos y disminuyendo costos de producción, lo que les permite afrontar los bajos.