El concepto de actividad simbiótica entre los microorganismos y el ser humano se conoce desde hace bastante tiempo. Por lo tanto, resulta biológicamente posible que la microbiota intestinal y el cuerpo humano se encuentren en una interacción permanente, y de mucha mayor complejidad de la que se conoce. Esto podría, a su vez, contribuir de manera significativa al equilibrio salud-enfermedad de los seres humanos. A la fecha, y a partir de nuevas investigaciones moleculares, se ha podido identificar un número considerable de microorganismos. Ahora se sabe que en el cuerpo humano habitan varios miles de millones de microbios la mayoría de los cuales viven en el tubo digestivo cuyo recuento celular supera ampliamente el número de células humanas. La obesidad está asociada con cambios de la microbiota residente, con disminuciones de los miembros del Phylum Bacteroidetes y aumentos del Phylum Firmicutes. Se ha postulado que esta microbiota tendría una mayor capacidad de extraer energía de las fracciones no digeribles de los nutrientes que llegan al colón.