Los niños prematuros presentan un riesgo de retraso en su desarrollo que va a depender del grado de alteración biológica padecida, y que puede afectar, al menos en el primer año de vida, a su desarrollo mental y motor. De hecho, se dan un enlentecimiento y unas discontinuidades que parecen estar relacionados con las peculiaridades de su desarrollo cerebral temprano. La atención a los aspectos médico-sanitarios favorecerá una mejora de los aspectos más estrechamente vinculados con su maduración biológica. Sin embargo, esta anomalía inesperada en su nacimiento ejercerá también una fuerte presión sobre los progenitores, pudiendo alterar las condiciones de crianza y la estimulación del hijo, con potenciales efectos sobre los aspectos no solo motores, sino también cognitivos y del lenguaje. Es por ello imprescindible que, desde los servicios psicoeducativos especializados en Atención Temprana, se preste una atención específica a dicho entorno, proporcionando a los padres, y al resto de la familia, apoyo, información, asesoramiento continuado y, sobre todo, ayudándoles a entender a su hijo por los peculiares aspectos que puede presentar su crianza.