El texto concibe al lenguaje interno (LI) como discurso dialógico con otros virtualmente evocados o consigo mismo como si uno fuese otro. Su propuesta se apoya en Vigotski, Bajtín Lotman y Luria, y sin embargo, el autor muestra empíricamente que la concepción vigotskiana del LI como un lenguaje con otra sintaxis, esencialmente predicativo, con omisión del sujeto y compactado no corresponde del todo a los datos empíricos en soliloquios de niños preescolares de habla española. El niño se expresa con estructuras oracionales explícitas, mostrando al sujeto en la mayoría de ellas y sólo en un 30% de las emisiones las expresiones son ininteligibles sin el contexto. Esto no impide que las propiedades psicológicas del LI jueguen un papel central en el desarrollo de la conciencia y en el pensamiento. La conciencia es concebida como la regulación autorreferencial de la actividad, y el pensamiento como la anticipación o reconstrucción secuencial del curso de los acontecimientos. Así entendidos, el LI es condición para el estado consciente y requisito para el pensamiento, pero no es el pensamiento: soliloquiar no necesariamente implica el pensar.