Como es sabido, no es lo mismo trabajar con un grupo de empleados que llegan al juzgado para cumplir con el horario y así tener derecho al sueldo, que con los integrantes de un equipo de gente convencidos de que están “haciendo justicia”, es decir cumpliendo una importante función social y lo realizan con entusiasmo en un ambiente placentero. Para lograr eso no se necesita dinero ni reformas legislativas, pero tampoco hay recetas mágicas. En este libro, un veterano juez de la República Argentina ha recogido diversas experiencias, algunas vividas por él y otras ajenas, pero todas simples, efectivas y copiables, que pueden ayudar a lograr un grupo dinámico y positivo, porque nada, ni la tecnología más avanzada, es superior a un equipo de personas que trabajan con entusiasmo en pos de un objetivo común.