*Cuscatlán*, «tierra de premios» o «lugar de los tesoros»; ese es el significado de una de las casi mil quinientas toponimias que aún se conservan en El Salvador. Estudiar esas toponimias, organizarlas de una manera novedosa fue el objetivo de una tesis presentado por Félix Montano y Mario Ramos para obtener la licenciatura en Letras de la UCA. La motivación fundamental para esta tesis partió de un hecho simple: querer estudiar la literatura que existió en territorio salvadoreño antes de la llegada de los españoles es prácticamente imposible. No existen códices como en los casos de México y Guatemala, y la tradición oral recoge sólo una parte muy deformada de lo que fue o de lo que pudo haber sido aquella literatura. Por eso, se enfocó de manera novedosa el estudio sobre la literatura salvadoreña en el período precolombino. El país, El Salvador, esta plagado de topónimos. Donde quiera que se iban asentando nuestros antepasados pipiles, lencas, chortís, mames y ulúas identificaban los lugares con nombres llamativos. ¿Por qué no considerar, entonces, que todo el mapa de El Salvador era como un gran códice, un gran libro pletórico de signos, de imágenes: de escrituras, en suma?