La ciudad no sólo está configurada por una malla de intersecciones físicas y continuas llamadas calles, bordes naturales en forma de ríos o colinas, vacíos urbanos bajo la denominación de plazas, sino que todos esos elementos urbanísticos son también objeto de sentimientos: desde ellos, por ellos, frente a ellos los individuos y grupos sociales proyectan unos significados vinculados con sus miedos, sus alegrías, sus recuerdos, con la añoranza que éstos les evocan. También esas energías sociales forman parte de la ciudad, y mucho, por cuanto van a convertirse en vectores que animan a confrontar posturas. Sevilla no será una excepción, más bien un caso paradigmático. Con el fin de entender estos procesos se ha recurrido a la Teoría de los Enmarcamientos de David Snow y Robert Benford, a la noción de Construcción Social del Espacio de Setha Low y al concepto de Capital Simbólico del sociólogo francés Pierre Bourdieu. Asimismo, se ha aplicado una triple metodología en la que han destacado las perspectivas etnográfica, discursiva y, en especial, la observacional.