Los masivos movimientos migratorios del Archipiélago de Chiloé, Región de Los Lagos, Chile, acontecidos durante la primera mitad del siglo XX, han sido comprendidos tradicionalmente desde enfoques económicos y productivos. Entre los años 1900 a 1940, se establecen compañías auríferas en la zona de Cucao, costa occidental de la Isla Grande de Chiloé, con capacidad para generar gran cantidad de puestos de trabajo; estas condiciones atrajeron gran cantidad de población desde otras provincias del país, sin embargo, este proceso coexistió temporalmente con una de las mayores tasas emigratorias de población isleña. Este fenómeno ha llevado a plantear diversas interrogantes e integrar nuevos elementos de análisis para el estudio de las migraciones. El viaje se institucionaliza a partir de procesos dinámicos, donde las experiencias individuales construyen un imaginario colectivo que lleva a nuevos sujetos a iniciarse en las dinámicas de la diáspora. El deseo de aventura, la confrontación con lo extraño y la posibilidad vivir nuevas experiencias, se presentan como elementos centrales en la configuración de la imaginación de los viajeros.