Los problemas que trae consigo la etapa de iniciación en la enseñanza, por parte de los jóvenes normalistas recién egresados de las instituciones formadoras de docentes, constituye una preocupación tanto práctica, como investigativa, que se ha postergado por varias décadas. El conjunto de creencias sedimentadas que amalgaman esta manera de situar la formación del profesorado se expresa así. El profesor se acaba de formar en las pruebas de fuego que se establecen en los centros escolares. El maestro aprende en la soledad, es presa constante del famoso dicho “echando a perder se forma (aprende)”. Desarrolla su trabajo docente en la vivencia de la angustia, en el permanente estado de schok con las indomables realidades escolares. Al consumirse en la socialización, poco reflexionado, hacia su puesto de trabajo, le imprime un enorme velocidad al abandono avasallante de su romanticismo pedagógico. Este trabajo, es una mirada organizada de un objeto de investigación educativa, que aún demanda más estudio/profundización. Este aporte es sólo una llamada de atención a todos aquellos especialistas que se interesen en la formación de los profesores, sean estos noveles o experimentados.