Vivimos en una auto-eco-organización recursiva, en la que los efectos y los productos requeridos, son dados por su propia causación y su propia producción, una organización en forma de bucle. Se trata de una organización viviente que requiere no solo del conocimiento sino de la vivencia y la convivencia. Paradójicamente cada holón es único, aunque, deviene y se conecta con su origen, que es el origen de todos (como el tronco del árbol), cada uno de ellos es además una tendencia, lo cual lo particulariza y esa particularidad lo caracteriza hasta nuevamente hacerlo parte de la totalidad. Aun así en la forma más poética, podemos decir que un fractal se representa imaginando un escenario en el que el alma de la geometría se contempla así misma frente a un espejo, y tras percibirse como un Dios creador, consuma su conciencia frente a una algorítmica y omnipresente vacuidad.