A lo largo de la historia debido a los estereotipos sociales y a la imagen que se ha creado de las féminas, estas han sido marginadas de cierta manera, pues son consideras como un sexo débil, vulnerable sin la capacidad para desempeñarse en un área específica, lo que en cierta medida frena su inserción en el entramado social. Calificarlas por sus defectos ensombrece sus virtudes y disminuye su autoestima. La identificación de los aspectos de la representación social de la mujer con discapacidad física que pueden constituir barreras para su incorporación laboral como una de las vías fundamentales dentro de su proceso de integración general, nos llevó a elaborar un conjunto de recomendaciones encaminadas a elevar su incorporación social. Los conocimientos estereotipados y la imagen de vulnerabilidad se convierten en aspectos de la representación social que pueden constituir barreras en su incorporación laboral. El mayor reto que deben afrontar las mujeres discapacitadas hoy, consiste en convencer a la sociedad de que no son personas diferentes, que pueden integrarse, ser útiles y productivas, al margen de ser mujer y de la limitación física que posean.