Es frecuente que los microorganismos, inducidos por su crecimiento sobre sustratos hidrófobos, sinteticen polímeros con actividad emulgente y/o surfactante. Estas biomoléculas debido a su amplio espectro de actividad, a su inocuidad y a su biodegradabilidad, están teniendo una gran aceptación en el mercado, substituyendo a los surfactantes de origen químico. Los biosurfactantes presentan la capacidad de emulsionar las mezclas hidrocarburo/agua; esta propiedad facilita la degradación de los hidrocarburos en el ambiente y, por tanto, podrían ser aplicados a zonas contaminadas con derivados del petróleo. Los microorganismos degradadores de hidrocarburos son ubicuos y la posibilidad de favorecer la biodisponibilidad de estos compuestos por adición de bioemulgentes permite seleccionar a las bacterias degradadoras. Los hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAHs) son, probablemente, los hidrocarburos de más difícil degradación, por este motivo, es de gran interés disponer de colecciones de bacterias con capacidad de degradarlos.