Desde que en 1986, asume un gobierno civil democráticamente electo, la sociedad guatemalteca ha intentado cambiar su pasado violento y de polarización, mediante el impulso de la participación ciudadana, y el canal más importante para ello es el proceso de Descentralización, que intenta cambiar la matriz autoritaria y centralista del país, por un modelo político - administrativo más democrático, eficiente y anclado en las necesidades de la población. Sin embargo, la complejidad de la sociedad guatemalteca ha hecho que en los últimos años, la polarización y la violencia haya vuelto al escenario nacional, por lo que este trabajo analiza las complejidades del modelo político, preguntándose si existe la posibilidad de un retorno autoritario, o si por el contrario, se fortalecen y se amplían los mecanismos de participación en el ámbito local de gobierno. En otras palabras, la reflexión es propicia para saber si el sistema democrático guatemalteco es suficientemente fuerte, o si por el contrario, los fantasmas del pasado todavía pueden regresar.