El crecimiento de las ciudades durante el primer medio del siglo XX originó una demanda de vivienda, a la que los diseñadores respondieron con la propuesta de vivienda construida en serie, una modernidad urbana y arquitectónica dirigida a la clase baja. Su aceptación implicó cambios tanto en el imaginario de la vivienda como en los espacios de la vida cotidiana generando un proceso internacional con manifestaciones locales en ciudades como Mérida, Yucatán, México. La Recepción Social se presenta en tres niveles: Recepción Social General (actitud de la comunidad ante el objeto), Recepción Profesional (formación de cuadros profesionales para conceptualizar y materializar el producto) y Recepción Interna del Usuario que caracteriza el paso del reconocimiento de un valor práctico que determina su aceptación a un valor simbólico que marca las condiciones de su permanencia y conservación. La Recepción Interna del Usuario, identifica el tránsito que un sector social hace desde una vivienda tradicional hacia la vivienda funcionalista construida en serie, cuyas transformaciones y permanencias en el tiempo, conforma la evidencia de la recepción social de la modernidad urbana arquitectónica.