Los programas de entrenamiento de la memoria han de demostrar su eficacia consiguiendo un mayor rendimiento de los participantes en los tests que evalúan la memoria. Éste es un objetivo central, aunque si nos quedamos únicamente aquí, podemos estar olvidando otras metas importantes y con una mayor repercusión en el día a día de las personas a las que va dirigido el programa. Por lo tanto, a esta mejora en los tests que miden de manera objetiva la capacidad mnésica, hay que sumar la medida del impacto de esta intervención en otras variables como las quejas subjetivas de memoria, la calidad de vida relacionada con la salud o el estado de ánimo. Estas consideraciones se han tenido muy presentes a la hora de diseñar el estudio, sus objetivos, el desarrollo de la intervención y su evaluación.