A través de los diferentes capítulos que componen el libro, el autor quiere poner de manifiesto un propósito claro: mostrar de manera decidida que el lenguaje natural recibe de la vida individual y social, de la cual es expresión, los caracteres fundamentales de su funcionamiento y de su evolución. El papel central que el autor juega en esta obra no es una mera concesión a la deuda histórica que la lingüística tiene contraída con la interpretación clara y concreta del lenguaje y sus manifestaciones concretas. Es, más bien, una buena justificación para explicar, en parte, las razones que impidieron prosperar a los lingüistas inmovilistas que pretendieron encerrar toda la ciencia del lenguaje en un marco concreto y propone que tanto la parcelación lingüística como las aplicaciones a la enseñanza de las lenguas, de cualquier manifestación concreta del lenguaje son complementarias y se pueden entender como representaciones con capacidad de desarrollo que van de lo concreto a lo abstracto o al contrario.