En abril de 1931, se abre un período constituyente, que llega hasta la disolución de las Cortes el 9 de octubre de 1933. Las elecciones trajeron una nueva mayoría parlamentaria. Formó Gobierno Alejandro Lerroux. Todo el periodo anterior era revisable, salvo la legislación laicista, que la Iglesia consideró un ataque a sus derechos. El Partido Radical estuvo apoyado, desde fuera, por aquel sector de la Derecha, que acataba la República, pero no se adhirió a ella. La Santa Sede pidió a los católicos acatamiento del régimen. Negoció. Protestó, pero usando “procedimientos ciudadanos” y respetando las leyes. Hubo resistencia, movilización. Había que ir al pueblo y contribuir a mejorar sus condiciones de vida. La separación Iglesia-Estado, aún siendo unilateral y hostil, fue una oportunidad de libertad para la Iglesia y de libertad dentro de ella. La República fue un régimen democrático. Las mayorías estaban sometidas al control de la opinión y a la confianza de los ciudadanos, que hablan y eligen, renuevan y cambian a sus representantes políticos.