Las cofradías limeñas fueron instituciones que se mantuvieron a lo largo de la Colonia, preservando sus características principales y adaptándose a los cambios de la época. En Lima, el carácter étnico-racial sobre el cual estaba dividida la población hizo posible un desarrollo variopinto de la institución, que se adaptó a cada una de las necesidades y objetivos de los diversos grupos. Cada cofradía fue única en su corporación social, manifestación de vida religiosa, administración de bienes y objetivos de movilidad, pero todas respondieron a un mismo código moral. Genéricamente se desarrollaron dos tipos de cofradías: las benéficas y las religiosas. Estas últimas fueron conocidas también como hermandades y generalmente eran las llamadas a brindar el aporte necesario para el desarrollo de las fiestas religiosas de la ciudad. El éxito de las cofradías fue ofrecer un cuadro normativo estrictamente reglamentado, en el cual los individuos podían afirmarse socialmente, adquirir un estatus en la jerarquía social y poner en práctica sus principios religiosos, lo que les permitiría alcanzar la vida eterna por medio de las oblaciones filantrópicas.