La década del setenta marcó el inicio de una profunda crisis en el mundo. En Argentina comenzó el proceso de desindustrialización acentuado en los 90, consolidándose un modelo caracterizado por el pleno funcionamiento del mercado y la drástica reducción del papel del Estado en la actividad productiva y en la asignación de recursos. En consecuencia el empleo mostró un proceso de heterogeneización, aumentando la desocupación, la subocupación, las ocupaciones informales y las actividades "refugio". La crisis económica y social de los años 2001 y 2002 profundizó estas características. A partir del año 2003 se experimentó una marcada recuperación de los principales indicadores del mercado de trabajo, no obstante se produjo un incremento en la tasa del empleo no registrado. Este proceso afecta principalmente a los jóvenes de sectores medios y pobres quienes encuentran grandes dificultades para conseguir un empleo. Este libro se propone mostrar la relación de jóvenes con el mundo del trabajo a partir de un estudio empírico que analiza sus prácticas y trayectorias laborales, entendiendo que el conocimiento sobre la problemática constituye un insumo indispensable en la agenda política.