La temática aquí abordada es inédita en la filosofía peruana. El autor, ante la apariencia evidente, plantea sus acuciantes inquietudes personales. Fiel a su espíritu controversial, nos invita esta vez a asistir a los interrogantes que plantea el diálogo racional. Sus planteamientos,originales y atrevidos, nos emplazan a plantear alguna alternativa de solución más consistente, de manera que ellos encierran una vitalidad heurística que nos inquieta:sus planteamientos nos impiden aceptar el saber adquirido por su "certeza evidente". La sencillez de su estilo y la prodigalidad de la ejemplificación expresa la preocupación del autor por mantener una sostenida dialogicidad con el lector, a la vez que delatan cierta preocupación de su autor por buscar un asidero real para sus reflexiones.