Hoy en día, la sociedad no se conforma con una educación que sea igualitaria, sino que exige una educación centrada en las necesidades individuales de cada alumno/a. La integración de las personas con necesidades educativas especiales dentro de los centros y grupos ordinarios es una consecuencia inmediata de los principios de normalización, integración escolar, sectorización e individualización. De estas ideas, nace la atención a diversidad como un principio que reconoce las diferencias que presenta cada uno de los alumnos/as en el proceso de enseñanza-aprendizaje. A lo largo de la historia la discapacidad intelectual ha experimentado diversos cambios que reflejan los intentos por comprender este tipo de discapacidad, así como poder desarrollar diferentes procedimientos de diagnóstico y clasificación válidos y fiables que posibiliten la intervención educativa de manera eficaz. El reconocimiento a la diferencia exige una respuesta educativa diferenciada con la que cada uno de los alumnos/as, pueda alcanzar el máximo grado de desarrollo personal, intelectual, social y emocional.