Al analizar a profundidad un discurso cualquiera, se debe pensar indudablemente en sus dos caras: una es la de la enunciación del sujeto narrante, es decir, aquel soporte material de la palabra con sus característicos fenómenos lingüísticos y fonéticos. La segunda cara es la que devela los signos y significantes que se encuentran a razón de dicho discurso, abarcando más allá los significados universalmente reconocidos. Esto supone, el distinguir lo que se comprende de aquella narrativa desde sus términos formales: sintácticos y semánticos, pero de igual manera poder dilucidar lo dicho por el sujeto escritor y su intención, interpretada a partir de este discurso por un Otro-lector cualquiera. La lírica del Fantasma supone trabajar con el punto de intersección o intersticio del discurso, entre lo real (narcisismo o falta en el otro) y lo simbólico (la palabra). Fantasma puede verse también desde el discurso literario, como el modo de relación del sujeto con el objeto, por demás imposible y paradigmática, que incluye la circulación y el anudamiento de los conceptos: jouissance, deseo y amor.